Wednesday, January 31, 2007

Vacaciones en Santiago

El año pasado tuve dos semanas de vacaciones santiaguinas. Y no fueron buenas. Ahora he tenido tres días, y han sido bastante más llevaderos.
Lo que me extrañaba, era lo mal que resultaban las vacaciones en Santiago. Mal que mal, en teoría podían ser perfectas! Digo, es cosa de gustos, pero si tengo internet, PS2, Nintendo DS, bicicleta y cine en casa, unidos a un cerro de libros por leer y los atractivos mismos de la ciudad, debería ser fácil pasar unos buenos días de descanso.

Y pensando al respecto, hay dos causas que dificultan pasarlo bien:

La primera es un poco obvia, y es que estás demasiado cerca de tus responsabilidades. Fui al Starbucks de Lyon y estaba a escasas 2 cuadras del Banco. Y están todos los trámites atrasados: Ir a la Isapre (fui el lunes), Ir a sacar la revisión técnica al auto (aún no), ir al médico, ir a firmar papeles donde el corredor de propiedades (ayer), ir al supermercado.
Y hace calor. Y hay tacos.

Bueno, en realidad parece suficiente, pero esto se trata de la segunda causa:
La nostalgia por la juventud. Me doy cuenta que, en el fondo de mi corazón, lo que quería era revivir esas vacaciones santiaguinas de colegio, o de universidad. En esas que te juntas con los amigos. Los vas a ver de sorpresa. No hay responsabilidades.
Porque cuando tienes 35 y tomas vacaciones en la capital, todos los demás están trabajando. Y estás solo durante el día.
Y estos tres días han sido buenos, en parte porque ahora tengo un perro que me acompaña. Se llama Gastón.
Y han sido buenos porque he descubierto un buen sustituto para los amigos colegiales y universitarios: Los amigos empresarios. Tengo dos. Y les va bien. Y se pueden tomar libremente distintos momentos del día, porque son sus propios jefes.
Es así como ayer visité a Nini como a las dos de la tarde.... como en los viejos tiempos. Aló? Hola! te vine a ver y estoy abajo de tu oficina! y listo. Sin trámites, acuerdos ni planificación. Una rica media hora de conversación y luego para la casa.
Hoy fui al cine a medio día. Muy agradable. Vacíos el estacionamiento y la sala. La película más o menos nomás pero entretenida ("11:14 Hora de morir"). Y lo mejor es que no fui solo, sino con mi otro amigo empresario, Don Johny.
Pero lo mejor es... que mañana me voy a Villarica! (con perdón de mi Amada Pau...)

Monday, January 01, 2007

Mi Pasaporte y Yo.

Mi amigo el pasaporte. Hacía ya un tiempo desde mi última "aventura" junto a "él". Pero mi reciente visita a España significó un gran reencuentro.
Es que, no se como explicarlo, no saco nada con tener un máster en administración de empresas o haber conocido varios paises y de alguna forma sentir que ya soy un viajero "experimentado". Al final, por diversos motivos, mis viajes con pasaporte terminan teniendo una cuota de aventura mayor a la deseada.
Y lo digo altiro: es en gran medida "por hueón".

En octubre de 1995, tuve mis primeras vacaciones fuera del país. Y mi primer viaje en avión (bueno, estoy omitiendo aquella vez que tenía dos años de edad y viajé en avión a Temuco junto a mis Padres y mi hermano recién nacido. Es que no lo recuerdo. Por más veces que me cuenten la historia).
Así fue como, luego de posponer el viaje un para de semanas, para hacerle el quite a un huracán, nos fuimos a Cancún, y luego a Miami, junto al gran Chamaco.
Todo bien.
Al regreso, escala en Lima. Tocan 2 horas de espera y cambio de avión. Termino de descender del avión y me doy cuenta de que no encuentro el pasaporte. Ejecutivamente, informo a la aeromosa, quien me permite regresar al avión en su busca.
Me encuentro con un enjambre de gente haciendo aseo a toda velocidad. Pero por más que busco, no hallo el bendito pasaporte. Regreso acongojado a la sala de espera. Ahí me entero de que mi congoja era insuficiente, ya que "no puedo viajar sin pasaporte" a Santiago. Me van a dejar ahí. Botado. En Lima. De noche. En un fin de semana. Tengo susto!

Comienzo a conversar con la encargada de los pasajeros en tránsito, sin lograr nada útil. Sólo que debo hablar con la jefa, quien nunca aparece. Y el tiempo pasa. Y los pasajeros comienzan a embarcar. Y mi amigo embarca. Y el avión ya se quiere ir. Y la jefa no aparece.
De pronto, mi aguda capacidad de observación me revela que no le están pidiendo el pasaporte a nadie para subir.
Señorita: No le está pidiendo el pasaporte a nadie! déjeme subir.
"No puedo, porque Yo Sé que Usted no tiene su pasaporte".
Dónde está la Jefa, que no viene!!!!!!
Está allá. Me señala un grupo de gente al otro lado del aeropuero.
Corro. Corro como el viento (o mejor dicho como puedo, claro que el adrenalina ayuda).
Llego. Habla por radio con la otra niña.
"No le puedo dejar abordar"
"Pero si yo no le he dicho que perdí el pasaporte".
Una ligera duda. Una mirada de complicidad que agradecí desde el alma.
Bueno, váyase. Yo no se nada.
Subí el último, cuando ya estaban quitando la escalera.

Madrid. Septiembre del 2001.
Estoy viviendo en España. En Bilbao. Bastante contento. Vienen de visita mi Tía Tona y mi Madre. De una forma un poco absurda, he decidido ir por unos días a ver a mi Tía Mónica a Berlín, con lo que los primeros días de mi Madre en España yo estaría en Alemania. Un poco descortés, se podría decir.
Ya he cruzado a Francia un par de veces, y he disfrutado las fronteras abiertas. La civilización de los Europeos.
Viajo a Madrid, donde al día siguiente debo tomar el avión a Berlín. Todo va de acuerdo al cronograma que he planeado a base de las súper ofertas de viajes compradas por internet.
Llego al "counter" a hacer el "check inn" (hay palabras en castellano para esto?).
Su pasaporte?
No lo traje. Las fronteras de la unión europea están abiertas y he viajado por varios países sin pasaporte y nunca me lo han pedido.
Pero para viajar en avión si se lo pedimos.
Sería todo. No me fui a Alemania. Creo que recuperé la mitad del importe del pasaje.
Conseguí alojamiento donde mis amigos Vito y María Jesús. Le veo el lado bueno: Estaré en Madrid esperando la llegada de mis queridas Madre y Tía!

Madrid, comienzos del 2002. Estoy completando mi periodo de vivir en España. Tengo que regresar a Santiago.
Mi pasaporte está vencido.
Voy al consulado, lugar donde se puede obtener uno nuevo. Me dan la lista de papeles que necesito. "traiga 4 fotos de 4.5 por 5 centímetros además."

Estoy bien. Cuento con todos los papeles. Salgo a la calle, y deambulo en busca de una tienda de fotos. Compro 4 fotos tamaño pasaporte y regreso al consulado.

Llego a la ventanilla y entrego mi ficha, papeles y fotos. Veo una sonrisa triunfal.
"Estas fotos no le sirven"
"Pero si son tamaño pasaporte!" exclamé.
"Yo no le pdí fotos tamaño pasaporte, le pedí fotos de 4.5 por 5 centímetros"
Debo reconocer que no me dio ira. Sus palabras habían sido precisas. Y aplicaba su poder burocrático con un placer admirable. Lo respeté. De una manera freakazoide eso si.

Santiago, Diciembre 2006.
Estoy a punto de regresar, por primera vez desde el 2002, a España. Es viernes y tengo que estar en el aeropuerto a las cinco.
Se trata de un breve viaje de trabajo, para participar en unas jornadas sobre gestión financiera.

Estoy nervioso! Tengo muchas ganas de reencontrarme con mis viejos amigos y amigas, pero por otro lado temo que el paso de los años haya producido una distancia que finalmente se traduzca en silencios incómodos, en un reencuentro con viejos desconocidos.

Voy en el Taxi, rumbo al aeropuerto. Hay mucho tráfico. OH! Tenemos que volver a la casa. Olvidé mi pasaporte! El conducxtor me mira con cara de odio, pero accede.
Volvemos.
Corro hacial el segundo piso, donde sé que se encuentra mi pasaporte obtenido en el consulado de España. Ese con la foto de 4 y medio por 5 centímetros.

Lo tomo. Lo miro. Transpiro. Sufro.
Está vencido! cómo puede ser!
Despacho al taxista. Llamo a la secretaria. la aerolínea. A la agencia de viajes. Cancelo todo.

Que voy a hacer! me van a matar en la pega. Pierdo el fin de semana, único momento libre para encuentros y encargos.
Me enojo. Golpeo paredes. Gruño. Maldigo en voz alta (Bueno, considerando que no es una película traducida sino una entrada en chleno...... me la paso echando chuchadas). Doy vueltas por la casa como gato encerrado. Finalmente llamo a Bossy, y salimos a tomar cervezas. Para pasar las penas.
Vuelvo a casa como a las diez. Medio entonado.
Me acuesto a dormir.

Media noche. Despierto. La noche, el sueño y la cerveza me han traido la claridad de mente que faltaba. Nó puede ser!
Bajo corriendo las escaleras en busca del pasaporte, que yace tirado en el suelo.
Lo tomo. Lo miro. Efectivamente.

No está vencido. Vence en abril 2007.
Prometo que este secreto me lo llevaré a la tumba. Vuelvo a dormir.

Al día siguiente, arreglo todo con la aerolínea, me consigo un hotel, y viajo (por suerte los pasajes "Business" tienen máxima flexibilidad). Viajo.
A estas allturas ya le he contado a todos. Es un alivio.

No está claro por qué me pasó esto. En un principio lo llamé "demencia temporal". Mi analista lo llamó "acto fallido". El susto (no queda claro a qué) me jugó una mala pasada.
Pero fue un digno reencuentro con mi amigo el pasaporte.